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Perdidos (1): Unas vacaciones distintas

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Una madre y sus 4 hijos realizan un viaje en el yate privado de la familia, a unas vacaciones que sin lugar a dudas será la mayor aventura de sus vidas, en la que al quedar varados en una solitaria y remota isla, se irán desatando sus “instintos de supervivencia”.

Todo comienza a salir mal desde el principio. Y lo que era un viaje de vacaciones poco a poco se convierte en una verdadera aventura….

Llegó el fin de año y con el, el momento de que Judith cumpliera la promesa a su querido hijo mayor. Jonás de 22 años de edad, y a quien ella le prometió un viaje en el yate familiar para pasar unas vacaciones de aventuras junto a sus otros tres hermanos en una deshabitada y remota isla a la que ella solía ir con su exmarido todos los años antes de su divorcio hacía 4 años, tras descubrir que el acaudalado empresario la engañaba con su secretaria varios años más joven que ella.

La acomodada y apuesta madre de 44 años tenía en efecto 4 hijos varones: Jonás 22 años. Jonatán de 20, y los mellizos Tomás y Ronaldo de 19.

El plan consistía en navegar unos días en el yate familiar, aprovechar a pescar, y recién entonces dirigirse a la isla donde pasarían 2 inolvidables meses sobreviviendo y acampando en la naturaleza, lejos de todo tipo de civilización.

Cargaron de provisiones el yate y fue a las 22 h bajo una lluviosa noche, que zarparon desde el puerto de la ciudad con rumbo a la aventura. Una aventura que aunque ellos no lo sabían aun, marcaría sus vidas para siempre.

Jonás era el capitán y quien estaba a cargo del “Der Abenteurer”.

Todo transcurrió en la más absoluta normalidad en los primeros días de navegación. Más allá de la llovizna de la noche en la que salieron el clima de los días siguientes fue excelente.

Pero el día en el que tocaba poner rumbo a la isla en la que pasarían el resto de sus vacaciones. Se desató una fuerte tormenta embraveciendo el mar, y fue entonces que una tras otra las cosas empezaron a salir mal, muy mal.

Fue entonces, cuando Jonás intentó escapar de la tormenta y rodearla, para buscar un mar más calmo, que no golpeara y sacudiera tanto al buque, y aunque ellos no lo supieron hasta mucho después, fue ahí cuando empezaron a navegar completamente a la deriva y con rumbo errático.

Pero lo único bueno del caso, fue que lograron salir de la tormenta, algo que tranquilizó mucho a todos, en especial a Judith, quien en medio de la tormenta y los embates de las olas al barco, había experimentado un ataque de llanto y crisis de pánico, acompañado de mareos y vómitos, a causa de los bruscos movimientos del barco, situación que empujó a Jonás tomar la equivocada determinación de rodear la tormenta, cosa que hizo que perdieran el rumbo, sin que ellos lo percibieran a tiempo.

Ellos navegaron por tres días más, habían perdido contacto radial con la costa y con otros buques, y conforme pasaban las horas, los nervios y el temor aumentaban entre los muchachos, quienes se las ingeniaron para mantener a la mamá ajena a toda esta situación.

A la madrugada siguiente, divisaron una isla en el horizonte, pero pocos minutos después sintieron un muy fuerte golpe en el casco del barco, y este comenzó a inundarse y hundirse rápidamente. Entonces tomaron varias balsas y las cargaron de ropas y provisiones y en la última, se apretujaron los 5 y mientras el yate desaparecía en el fondo del mar, ellos y las otras balsas llegaron a la orilla de la playa de aquella isla, que poco tenía que ver a la isla a la que habían pensado llegar.

La primera que se dio cuenta de que no estaban donde creían estar, fue la madre de los chicos, quien enseguida desconoció

Ellos explicaron a su mamá que trataron de manejar con calma lo de la tormenta en alta mar para no ponerla más mal a Ella, a quien se la veía ya muy nerviosa, asustada y hasta con mareos y vómitos.

Pasados algunos minutos, Judith comprendió a sus hijos y se reconciliaron.

Pero aun así todos entendieron en la grave situación en la que se encontraban, y el miedo y la angustia comenzó a apoderarse de ellos,

Por su parte Judith pasaba horas contemplando el mar, en la inútil espera de que alguien o algún barco que los viera, los rescatara. Los muchachos se mantenían ocupados explorando la isla y reconociendo el territorio.

La isla era bastante grande y los proveía de varios recursos naturales, incluso de unas cuevas grandes en un sector rocoso no muy distante de donde se habían asentado ellos y hasta un manantial donde recoger agua dulce. Por lo que decidieron mudarse a ese sector de la isla.

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